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Los bosques de ribera son elementos fundamentales del paisaje que albergan gran biodiversidad y conectan zonas naturales
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El Arroyo de Valdecarrizo-Bodonal tiene un gran valor ecológico
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Es posible, y necesario, compatibilizar su uso recreativo con la preservación de su biodiversidad
Los bosques de ribera son esos pequeños bosquetes que discurren a lo largo de los ríos y arroyos. Estos bosques mantienen como elementos naturales lineales, verdaderos trazos de verdor y vida que surcan el paisaje. Su papel ecológico es especialmente importante en la Península Ibérica. Como en muchas otras regiones cuyo clima incluye largos periodos secos, los bosques de ribera de gran parte de España permanecen verdes mientras el resto del paisaje amarillea durante el verano, incluso cuando el agua de los pequeños arroyos que los mantienen deja de correr sobre la superficie y se seca estacionalmente. Por eso, sirven de refugio proporcionando abrigo y comida a gran cantidad de fauna y flora, no sólo durante los rigores del verano, sino también en los momentos más crudos del invierno, y en zonas con paisajes degradados o muy humanizados. Además, constituyen verdaderos corredores ecológicos que, como autopistas naturales, permiten el tránsito de muchos animales entre diferentes zonas de elevado valor natural dentro de los paisajes humanizados que ya ocupan gran parte de nuestro planeta. Es por ello que acercarse a un bosque de ribera suele ir acompañado de multitud de sonidos y cantos de aves, y en ellos se pueden observar muchas especies que raramente vemos en otros lugares del paisaje.
La Plataforma por el Entorno Natural de Tres Cantos (PEN3C) acaba de hacer público un video que nos transporta a lo largo del arroyo Valdecarrizo-Bodonal, y nos muestra las diferentes amenazas sobre su bosque de ribera. El valor ecológico de este ecosistema tricantino es enorme, no sólo en el contexto del pequeño municipio de Tres Cantos, sino en el del amplio paisaje de la Sierra de Madrid.
Este territorio marca la transición entre las zonas más montañosas de la región, y los valles situados más al sur (ver aquí), y en él conviven actividades agrícolas, sobre todo ganaderas, con espacios naturales y, ahora, la expansión urbanística de la Capital. Al estar tan cerca de la conurbación madrileña, una de las cinco mayores de Europa, el grado de presión urbanística es muy elevado. Y, sin embargo, representa una zona de transición entre los ecosistemas serranos y los de los valles y zonas semiáridas de la meseta, albergando una biodiversidad especialmente rica. Por eso no es de extrañar que, de hecho, en el análisis de planificación sistemática de la conservación para la Comunidad de Madrid que hice en mi tesis de doctorado, la zona de mayor importancia para añadir un área protegida que preserve la biodiversidad madrileña fuera precisamente el área situada al norte de los montes de El Pardo y Viñuelas, en la que se encuentra el municipio Tres Cantos.
Dentro de este contexto, el papel del Arroyo Valdecarrizo-Bodonal es crucial. Como se puede apreciar en el recorrido a vista de pájaro que hace el video de PEN3C, su bosque de ribera conecta las zonas conservadas de alto valor ecológico de Viñuelas y Valdeloshielos (y con ello, la finca de Tres Cantos-Palacio Valdés y el Monte de El Pardo). Este corredor verde de apariencia a veces humilde es en realidad uno de los mayores tesoros naturales de Tres Cantos. Por un lado, además de conectar los parques urbanos todavía seminaturales del Terregal (o del Este) y el de la Cabezuela (o Norte), también está permitiendo la conectividad natural entre los dos últimos reductos del encinar carpetano típico de la sierra que resisten junto a la gran urbe madrileña. Pero es que además alberga poblaciones o nidos de especies protegidas como el búho chico o la oropéndola, así como multitud de otras especies que pueden verse fácilmente a lo largo de sus varios kilómetros casi ininterrumpidos de bosque de ribera.
Decimos que es un bosque de ribera casi ininterrumpido porque, como se puede apreciar en el video de PEN3C, el desarrollo urbano de Tres Cantos ha ido haciendo mella en varias partes de su recorrido. Tanto la zona habitacional como la zona industrial han crecido a pesar del Arroyo Valdecarrizo, sin preocuparse de hacer las mismas actuaciones, pero de manera más respetuosa, para minimizar el impacto sobre el ecosistema de alto valor ecológico al que tantas veces se ha dado la espalda. Y, además, los planes de la corporación municipal actual del Ayuntamiento de Tres Cantos pasan por vertebrar alrededor de este corredor natural el llamado “Metropolitan Park”, una actuación urbanística agresiva que acabaría con gran parte de la biodiversidad de este ecosistema, eliminando el papel crucial de corredor ecológico que tiene en la actualidad. Y todo para crear otro parque con características similares al Parque Central, un gran parque urbano en el centro de la ciudad del que disfrutamos los tricantinos desde hace décadas, y cuyo uso está lejos de estar saturado.
A pesar de estas amenazas, el estado del bosque de ribera es todavía relativamente bueno en muchas zonas, lo que nos da la oportunidad de preservar este espacio e incluso paliar su degradación sin mucho coste, permitiendo que siga cumpliendo su papel ecológico crucial y sirva de disfrute a las generaciones futuras de tricantinos. Porque para muchos tricantinos preservar el Arroyo Valdecarrizo tiene además un motivo emocional. Muchos hemos crecido, paseado, salido a correr o en bici e incluso hecho picnics y paellas en varios lugares del pequeño valle que forma al final de la zona industrial. Y muchas continuamos a hacerlo en la actualidad, ayudando además a descubrirlo a los nuevos vecinos que van llegando gracias el crecimiento de la ciudad.
En resumen, la elevada diversidad que alberga, incluyendo varias especies protegidas, y su papel como corredor ecológico convierten al Arroyo de Valdecarrizo-Bodonal en un elemento indispensable de un Tres Cantos en equilibrio con su entorno. Sus bosques de ribera pueden continuar a ser un lugar de encuentro de los tricantinos con la naturaleza a la vez que un lugar de esparcimiento y de disfrute del deporte, sin necesidad de destruir sus valores naturales para urbanizarlo cargando a la ciudad con el elevado coste de convertirlo en un jardín urbano, y mantenerlo después. Durante mucho tiempo pensamos Tres Cantos como una ciudad en la que vivir de manera respetuosa con la naturaleza. No perdamos este valor singular en aras de un desarrollo mal entendido. Respiremos vida de verdad.
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