El Parque del Este actúa como corredor biológico y sirve protección para el Monte de Viñuelas, que se halla a un lado de este área. Al destinarse parte de esta zona a instalaciones deportivas se daría paso libre a contaminantes y acciones procedentes de la actividad industrial y del propio campo de golf, que llegarían directamente al Soto de Viñuelas, causando daños a la vegetación y fauna protegida de este lugar.
El movimiento de tierras y la más que probable tala de una parte del encinar en recuperación pondría en peligro las más de 200 especies distintas de vegetación, así como insectos, tales como el el escasísimo Tillus, que actúa como “macrófago” de plagas en las encinas. Cualquier actuación urbanística produciría un desequilibrio en este ecosistema natural tan frágil, que conduciría a su destrucción prácticamente irreversible.
No en vano intentos similares de construir un campo de golf en el mismo Parque en el año 2002, fueron rechazados por no superar la Evaluación de Impacto Ambiental. Sin duda, en este caso también los beneficios socioeconómicos que podrían producirse no justifican los graves impactos que se generarán sobre el medio ambiente.
Por último, vallar y modificar el entorno del Parque supone impedir la interacción de la ciudadanía con la naturaleza, un bien cada vez más escaso que en Tres Cantos somos afortunados de albergar y que deberíamos fomentar y proteger.
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